Memorias de un Noventero

Hola!!! mis estimado amigos, bueno a hora como ya nos regañaron por andar de piratas tenemos que postear nuestros proprios post, pero eso no es problema para nosotros, somo audaces para esto, jajajj si como no!!! mmm. pues hoy vengo con un poquito de literatura, mí pasatiempo favorito esta pequeña historia...

Soy un viejo que muy pronto cumplira los 90 años que toda su vida se la ha pasado de burdel en burdel... hoy me he dado cuenta de que mi vida a sido un desastre. Mi mamá me decia que me casara con una chica de piel blanca y que tuviera por lo menos tres o cuatro hijos, pero yó no le hice caso... lo unico que hice fue visitar a los burdeles más cercanos de mi pueblo, todo fue un complemento de mi vida diaria, , me iva a ver a doña chona, ella es la dueña de mi burdel más visitado, todas las noches tenía la necesidad de ir a ese lugar y hoy con mis 90 años he querido regresar a ese lugar.


Este día quise tener una noche de amor, una noche de amor con una adolescente virgen., tome el telefono y hable a mi gran amiga y creanme ella me consiguio a la adolescente mas hermosa que jamas he visto, tenía a penas 14 años... claro me aclaro que primero era el dinero por delante y pus se lo di sin resagato ni queja alguna.


Esa noche me vesti con una camisa y pantalon de manta blanca, me peine el poco cabello que cubria mi cabeza y que parecía la blanca nieve que llena las calles un día cualquiera de invierno., cuando llegue al cuarto donde ella me esperaba, la sorpresa fue que ella dormía tan placidamente, mi corazon al verla ahí desnuda y con su piel tan suave se entristecio y no me atrevi a despertarla y creanme esa noche comprendi que mi tiempo había pasado, comprendi eso hasta mis 90 años de edad y sin saber si podia hacerlo por ultima vez...


Recuerdo que tuve una relación extraña durante varios años, era casi una niña, aindiada, fuerte y mordaz, de palabras breves y terminantes, que andaba a pata pelada por la casa. Recuerdo que yo estaba leyendo un libro en la hamaca de mi corredor, y la vi por casualidad inclinada en el lavadero con una falda tan corta que dejaba al descubierto sus corvas suculentas. Presa de una fiebre irresistible se la levanté por detrás, le baje lo que ya saben y la envestí de reversa., nunca voy a olvidar esa frase que me dijo...


Ayy señor, dijo ella, con un quejido que apenas escucharon mis oidos, “eso no se hizo para entrar sino para salir”.